La madrugada de este jueves 9 de enero, una nueva caravana migrante salió de Tapachula, Chiapas, con destino a la Ciudad de México. Conformada por al menos 300 personas, el objetivo del grupo es solicitar al Instituto Nacional de Migración (INM) la expedición de la Forma Migratoria Múltiple (FMM), un documento que les permite transitar libremente por el país durante 20 días sin ser detenidos en los puntos de control migratorio.
En esta ocasión, los migrantes se coordinaron mediante un grupo de WhatsApp para evitar que agentes migratorios se enteraran de sus planes y desarticularan el movimiento antes de partir, una estrategia que se diferencia de caravanas anteriores. Los integrantes de este éxodo, provenientes de distintos países, buscan regularizar su situación para avanzar hacia el centro o norte de México con la esperanza de cruzar hacia Estados Unidos o solicitar asilo.
Este movimiento se da en un contexto de incertidumbre migratoria, ya que el próximo 21 de enero, Donald Trump tomará posesión nuevamente como presidente de Estados Unidos. Trump ha anunciado medidas más severas contra la migración, incluyendo el posible cierre de fronteras y la suspensión de beneficios como el asilo, lo que ha intensificado los esfuerzos de quienes buscan ingresar al territorio estadounidense antes de la implementación de estas restricciones.
Entre los integrantes de la caravana prevalece el deseo de avanzar y buscar mejores oportunidades, enfrentando múltiples desafíos en su trayecto. La situación, que refleja la complejidad de la crisis migratoria en la región, sigue siendo un tema prioritario tanto para México como para los países de origen y destino de los migrantes.
Las autoridades mexicanas aún no han emitido declaraciones sobre esta nueva caravana, pero la gestión de estos movimientos masivos de personas continúa siendo un reto logístico y humanitario para el gobierno mexicano.
