Rehabilitan templo de San Vicente Ferrer en Oaxaca

Tras siete años y cuatro meses de espera, la Parroquia de San Vicente Ferrer, el templo más antiguo del municipio zapoteco de Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, reabrió sus puertas a los feligreses. El recinto, gravemente dañado por el sismo de 8.2 grados del 7 de septiembre de 2017, fue rehabilitado gracias a los esfuerzos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), con una inversión de más de dos millones de pesos dentro del Programa Nacional de Reconstrucción.

El terremoto causó el colapso total del campanario oriente, fracturas severas en las paredes, grietas en la bóveda de cañón corrido, los contrafuertes y la cúpula del presbiterio. Durante la restauración, se reintegraron los campanarios con sistemas antisísmicos y se repararon las áreas afectadas utilizando materiales compatibles con los originales. Además, se protegieron seis retablos, siete esculturas, varias pinturas de caballete y tres campanas históricas. También se descubrieron y preservaron vestigios de pintura mural mediante calas estratigráficas. La casa cural, su pórtico techado, el atrio y el portón de acceso también fueron rehabilitados.

La comunidad católica ingresó al templo en una emotiva procesión con las imágenes de San Vicente Ferrer Goola (grande) y San Vicente Ferrer Huiini’ (chico), que habían sido resguardadas temporalmente en la capilla de Esquipulas. La FAHHO, en colaboración con la asociación civil Adabi, también recuperó y organizó el archivo histórico de la parroquia, que abarca documentos desde 1764 hasta 2017. De los 290 millones de pesos invertidos por la fundación en la reconstrucción de zonas afectadas por los sismos, 81 millones se destinaron a Juchitán.

El templo de San Vicente Ferrer, construido entre 1544 y 1551 por los dominicos, alberga una singular tradición: dos esculturas del mismo santo patrón. Esta peculiaridad se remonta al 29 de diciembre de 1870, cuando el gobernador Félix Díaz Mori, conocido como «El Chato» y hermano de Porfirio Díaz, arrasó Juchitán y profanó la imagen del santo, cortándole los pies y llevándosela. Un año después, durante el Plan de la Noria, Díaz fue capturado por seguidores de Benito Juárez y entregado a los juchitecos, quienes lo sometieron a un castigo simbólico: le cortaron las plantas de los pies y los genitales, recordándole su acto contra San Vicente.

Tras este episodio, Juchitán recibió una réplica más pequeña del santo, llamada San Vicente Huiini’. Casi un siglo después, en 1964, la comunidad recuperó la imagen original, que había sido resguardada por una familia de San Blas Atempa. Desde entonces, el templo alberga ambas esculturas, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y fe.

Para el presidente municipal de Juchitán, Miguel Ángel Sánchez Altamirano, la reapertura del templo no solo representa la devoción del pueblo zapoteco, sino también la importancia de preservar y promover las tradiciones como un legado cultural invaluable.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *