Tlalnepantla, Edomex.— Una conversación franca —pero cuidadosamente estructurada— entre el arzobispo metropolitano de Tlalnepantla, Monseñor José Antonio Fernández Hurtado, y el empresario mexiquense Luis Montaño se convirtió en punto de partida para un inédito frente social-espiritual que buscará atender los principales retos de la zona norponiente del Valle de México. El encuentro, celebrado a puerta cerrada en la curia local y descrito como “un ejercicio de apertura y respeto”, giró en torno al bien común y los valores que lo sostienen.
Unir liderazgos para reconstruir el tejido social
Durante dos horas, los interlocutores compartieron diagnósticos coincidentes: violencia comunitaria, desigualdades persistentes y pérdida de confianza ciudadana en las instituciones. Para enfrentarlos —advirtieron— no basta la acción gubernamental; es imprescindible articular las capacidades de la Iglesia, la sociedad civil organizada y el sector productivo. “La fe y el compromiso social no son caminos separados, sino fuerzas complementarias al servicio de la comunidad”, subrayó Fernández Hurtado, citando la doctrina social católica.
Escucha activa y compromisos concretos
Luis Montaño, reconocido por su inversión en proyectos educativos y de economía social, propuso instalar una mesa de trabajo permanente en la que convivan organizaciones juveniles parroquiales, universidades, cooperativas y fundaciones empresariales. El objetivo inicial sería diseñar acciones inmediatas —desde comedores comunitarios móviles hasta asesorías jurídicas gratuitas— que puedan empezar a operar en los municipios de Atizapán, Naucalpan y Tlalnepantla antes de que concluya 2025.
Un acuerdo con mirada larga
El arzobispo respaldó la idea y anticipó que la Arquidiócesis destinará espacios parroquiales para centros de escucha, además de movilizar a Cáritas y la Pastoral Social como brazos operativos. “Nuestra misión no es suplir al Estado, sino sumar humanidad donde las cifras se vuelven frías”, afirmó. Montaño, por su parte, ofreció canalizar parte de sus programas de responsabilidad social corporativa hacia un fondo interdiocesano-empresarial, sujeto a auditorías externas, que asegure transparencia y continuidad.
Contexto de urgencia
La convergencia ocurre mientras la región reporta alzas en delitos de alto impacto y brechas de desigualdad que se profundizaron tras la pandemia. Según el Secretariado Ejecutivo, Tlalnepantla cerró 2024 con una tasa de 47.6 robos con violencia por cada 100 000 habitantes, la más alta de la última década. A ello se suma el incremento de población juvenil que ni estudia ni trabaja, foco que la Iglesia y el empresariado consideran prioritario intervenir.
Próximos pasos
Ambos actores acordaron convocar, en junio, a un foro multiactor donde se presentará una agenda de diez puntos: seguridad barrial, empleabilidad juvenil, cultura de paz, prevención de adicciones, rescate de espacios públicos, alfabetización digital, economía solidaria, justicia restaurativa, salud mental y cuidado ambiental. La curia adelantó que el documento base se construirá con metodologías participativas para garantizar representatividad.
Hacia una sociedad “más justa e incluyente”
Concluido el diálogo, tanto Fernández Hurtado como Montaño coincidieron en que la credibilidad de cualquier pacto radicará en la coherencia entre discurso y acción. “Escuchar es el primer acto de justicia; servir, el primero de amor”, expresó el prelado. Montaño añadió que el sector privado “tiene la obligación moral de compartir experiencia de gestión y recursos si aspira a mercados sostenibles”. El clima cordial del encuentro —sellado con una oración interreligiosa— abre la puerta a una colaboración inédita que podría convertirse en referente para otras diócesis del país.