
El Lado B – 9 Opiniones

E.U. exige a México “detener a los cárteles” como si fueran un problema externo, pero la realidad es que los cárteles ya están dentro del territorio estadounidense.

Los grupos criminales no solo cruzan la frontera: operan, distribuyen drogas y lavan dinero en suelo de E.U. con redes sólidas, complicidades locales y mercados asegurados.

Mientras Trump amenaza con un arancel del 30 % a México por “no frenar el fentanilo”, guarda silencio sobre las estructuras de narcotráfico que ya existen en ciudades como Chicago, Atlanta o Houston.

Células del Cártel de Sinaloa, el CJNG y otros tienen presencia documentada en más de 40 ciudades de EE.UU., según datos del propio Departamento de Justicia.

Desde los 80, la estrategia ha sido exportar la culpa: culpar a países productores y callar sobre consumo, distribución y lavado de dinero dentro de E.U.

Las series de TV nos enseñaron a mirar hacia Medellín, Sinaloa o Michoacán, pero nunca hacia los suburbios donde se consume ni a los bancos que lavan dinero.

El muro no detiene lo que ya está dentro: ¿cómo puede México frenar redes que mueven fentanilo por paquetería en Nueva York o controlan bodegas en Texas?

Datos que desmontan la narrativa: más del 90 % de las incautaciones de fentanilo se hacen en cruces oficiales y la DEA reporta al menos 9 cárteles operando con socios locales.

El lado B de la historia es claro: la guerra contra las drogas no se gana con sanciones ni con muros, sino con cooperación real entre países. Porque el narcotráfico no es solo un problema de México o de Estados Unidos: es un fenómeno transnacional que ha rebasado fronteras, gobiernos y discursos. Para enfrentarlo, se necesita reconocer que ambos países —y muchos otros— están afectados por un poder supranacional que trafica, corrompe, recluta y enriquece. El desafío no es culpar al otro, sino asumir que la única salida posible es combatirlo juntos, sin hipocresías.