Ciudad de México. La apertura del segundo año legislativo en la Cámara de Diputados se convirtió en un espectáculo de estridencia y confrontación. La bancada del PRI interrumpió durante casi 18 minutos el discurso de la senadora Geovanna Bañuelos de la Torre (PT) con sirenas, megáfonos y gritos, paralizando los trabajos del pleno.
La senadora había iniciado su intervención para destacar avances de la Cuarta Transformación y elogiar a la presidenta Claudia Sheinbaum cuando, de manera coordinada, legisladores priistas activaron dispositivos de sonido que ensordecieron la sala. Bañuelos reaccionó con un grito de consigna: “¡Es un honor estar con Claudia hoy!”.
El presidente de la Mesa Directiva, Sergio Gutiérrez Luna (Morena), pidió en repetidas ocasiones el restablecimiento del orden. Sus llamados fueron ignorados por el estrépito, mientras las bancadas intercambiaban acusaciones y gestos de desafío.
Momentos antes, el dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, había tomado la palabra para acusar a Morena de “narcopolítica” y de funcionar como un “cártel”. Sus declaraciones provocaron gritos de “¡Desafuero!” desde las curules guindas y marcaron el tono de la jornada.
En medio de la confusión, el coordinador de Morena, Ricardo Monreal, se dirigió al escaño de Rubén Moreira para intentar contener el conflicto. “No vale la pena que nos confrontemos. No hagamos de esta Cámara un escenario de violencia. A partir de este momento tendrán respeto, y les pediré a mis compañeros no descalificar a los oradores”, dijo Monreal.
Moreira defendió la acción de su bancada y replicó: “Nuestro orador tiene todo el derecho de decir lo que nuestro instituto político ponga sobre la mesa. Escucharemos, sí, pero siempre que se respete nuestra palabra”.
El PRI justificó la protesta como respuesta a interrupciones previas contra sus legisladores y buscó enviar un mensaje político en el arranque del periodo de sesiones. El PT y Morena denunciaron una estrategia de provocación que pretende desgastar a la mayoría.
Este no es un hecho aislado. En agosto, el PAN ya había recurrido a megáfonos y sirenas para frenar debates en la Comisión Permanente. La repetición de estas tácticas revela una normalización de la confrontación ruidosa como mecanismo de presión parlamentaria.
El episodio mostró un Congreso fracturado y polarizado, en donde los argumentos ceden paso al ruido y la teatralidad. Entre sirenas, gritos y acusaciones cruzadas, la sesión de San Lázaro arrancó con una postal que sintetiza la crispación política del país.