Trump y Melania, recibidos con gala en Windsor

El expresidente de Estados Unidos y su esposa fueron homenajeados por el rey Carlos III y la reina Camila en una jornada marcada por el boato real y la diplomacia.

Londres, 18 de septiembre de 2025. — Pocas veces la diplomacia y la moda se entrelazan con tanta precisión como en las visitas de Estado al Reino Unido. Y esta semana, el expresidente Donald Trump y su esposa Melania protagonizaron un encuentro que no solo acaparó titulares políticos, sino también las páginas sociales, gracias a los detalles de protocolo, vestimenta y gestos que, como en un tablero de ajedrez, revelaron más de lo que las palabras podían decir.

Desfile de gala en Windsor: Donald Trump, acompañado por el rey Carlos III, la reina Camila y Melania Trump, encabezó el cortejo en el salón principal, rodeado de retratos históricos de la realeza británica.

La llegada a Windsor: alfombra roja y primeras miradas

El Castillo de Windsor, impecable en su majestuosidad, fue el escenario de la bienvenida oficial. La reina Camila, con un vestido de seda azul marino de corte clásico, adornado con un broche de perlas heredado de la reina Isabel II, recibió a Melania Trump, que apareció con un abrigo entallado en tono crema y un discreto sombrero en ala ancha, confeccionado en satén, que recordaba inevitablemente a los años dorados de la elegancia norteamericana.

El banquete de Estado en Buckingham reunió a Donald Trump y al rey Carlos III en una mesa adornada con candelabros, porcelana real y flores de temporada.

El primer detalle comentado fue el gesto de Camila al ajustar suavemente su chal antes de extender la mano a Melania, un movimiento que muchos interpretaron como un recordatorio sutil de protocolo. A cambio, la exprimera dama respondió con una sonrisa contenida, inclinando apenas la cabeza, un gesto que reforzó la impresión de respeto por la tradición británica.

La reina y la exprimera dama: estilos en contraste

Los estilistas no tardaron en hacer sus observaciones: mientras Camila eligió un corte clásico y sobrio que evocaba continuidad con la Casa Real, Melania apostó por líneas modernas y colores neutros, que resaltaban su silueta sin caer en estridencias. El contraste fue evidente: la reina, símbolo de estabilidad y tradición; Melania, encarnación del chic contemporáneo con ecos de Jackie Kennedy.

Un detalle curioso fue el color de los guantes: Camila optó por los tradicionales blancos de encaje, mientras que Melania lució un par en piel nude, perfectamente combinados con su bolso de mano. Ese simple accesorio provocó comentarios en redes sociales, donde algunos observadores lo consideraron una declaración de independencia estilística frente al estricto protocolo británico.

El banquete en Buckingham: brillo y confidencias

Al caer la tarde, el Palacio de Buckingham abrió sus puertas para un banquete de Estado al que asistieron unas 150 personalidades. La mesa, decorada con vajilla de porcelana con el escudo real y candelabros de plata del siglo XIX, se convirtió en un desfile de estilos.

La reina Camila reapareció con un vestido largo en tono marfil, acompañado por la tiara Greville, una de las joyas más emblemáticas de la colección real. A su lado, Melania Trump sorprendió con un vestido de satén verde esmeralda, de escote barco y falda amplia, acompañado de pendientes de diamantes discretos pero sofisticados.

El rumor de la noche fue que, durante el brindis, Trump habría hecho un comentario en voz baja sobre el color del vestido de Melania, comparándolo con las joyas de la corona expuestas en la Torre de Londres, lo que provocó una sonrisa cómplice de su esposa y una carcajada del rey Carlos III.

Anécdotas y pequeños gestos

  • El menú incluyó cordero de crianza británica, acompañado por un vino de los viñedos reales en Windsor. Melania fue vista inclinándose discretamente hacia la reina Camila para preguntar por el origen del vino blanco, detalle que los micrófonos no captaron pero que las cámaras inmortalizaron.
  • Durante la cena, el rey Carlos III conversó animadamente con Donald Trump, mientras Camila y Melania parecían intercambiar confidencias más relacionadas con sus experiencias personales que con la política. Testigos aseguran que hubo comentarios sobre jardines y flores, tema que apasiona al monarca y al que Melania respondió con interés.
  • En las redes sociales, los usuarios británicos destacaron que Melania eligió colores que no compitieron con los de Camila, lo que fue visto como una señal de respeto y delicadeza.

Las protestas y el otro Londres

Mientras tanto, en las calles de la capital, miles de manifestantes expresaban su rechazo a la figura de Trump con pancartas y consignas. Sin embargo, dentro de Buckingham, el clima era de celebración diplomática, con la realeza desplegando su mejor carta: el protocolo como arte de la política y el espectáculo.

Chequers: cierre con complicidad

El viaje concluyó en Chequers, la residencia campestre del primer ministro Keir Starmer, donde Trump y Starmer ofrecieron una conferencia conjunta. Melania y Camila, vestidas nuevamente con sobriedad, se mostraron sonrientes en la foto final, en la que destacó el gesto espontáneo de la reina al tomar del brazo a Melania al bajar las escaleras, gesto que la prensa británica calificó de “sorpresiva complicidad”.

Diplomacia, moda y simbolismo

Más allá de los acuerdos económicos y los discursos oficiales, la visita quedará en la memoria por los detalles de vestuario, las sonrisas ensayadas, los gestos cómplices y las joyas que iluminaron las cámaras. Una puesta en escena donde la diplomacia se vistió de gala y en la que la moda habló tanto como la política.

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