Mientras muchas personas sueñan con ser médicos, astronautas o estrellas de rock, el deseo de Osmar Olvera siempre fue diferente: él anhelaba competir en unos Juegos Olímpicos y ganar una medalla en una justa veraniega.
El clavadista mexicano, con base en sacrificios y esfuerzo, logró cumplir su primer sueño en Tokio, y solo tres años después, en París, alcanzó su segunda meta. Sin embargo, la ambición de Osmar no se detiene ahí; como cualquier persona que ha alcanzado el éxito, sabe que los sueños evolucionan.
«Ya cumplí el ser medallista. Ahora quiero ser campeón olímpico, y por eso seguiré luchando», expresó el joven de 20 años, quien ha pasado de ser una promesa en el deporte mexicano a convertirse en una realidad.
Osmar es consciente de que su renovado sueño no será sencillo, pero tampoco imposible. Con la mira puesta en Los Ángeles 2028, ha comenzado la cuenta regresiva hacia los próximos Juegos Olímpicos, y su enfoque está ahora en conquistar la medalla de oro, el logro que completaría su colección personal.
«¡Venga cabrón, sí se puede!», es la frase que se repite una y otra vez antes de cada competencia, de cada salto y de cada ejecución. Si alguien ha logrado «imaginar cosas chingonas», ese es Osmar, quien siempre ha fijado sus propios límites. Más allá de las medallas, los podios y los triunfos, el clavadista transmite un mensaje a todos aquellos que persiguen sus metas, sin importar cuáles sean: «Si lo soñaste, es porque lo puedes lograr».
A veces, esos imposibles se vuelven realidad y esos deseos se cumplen. A veces, estás a solo un paso de alcanzar tus sueños, o en el caso de Osmar, a solo un salto.
