A pesar de tener un trabajo bien remunerado en el sector tecnológico, Li Daijing no dudó en dejar todo atrás cuando su prima le pidió ayuda para administrar un restaurante en Ciudad de México. Con ilusión por comenzar una nueva aventura, empacó sus cosas y se mudó desde China.
Li, de 30 años, es originaria de Chengdú, la capital de la provincia de Sichuan, y sueña con emprender algún día un negocio en línea de importación de muebles desde su país natal. «Quiero más», afirma. «Quiero ser una mujer fuerte, quiero independencia».
Li es parte de una nueva ola de emigrantes chinos que buscan mejores oportunidades, mayor libertad o mejores perspectivas financieras en un momento en el que la economía china se ha desacelerado, el desempleo juvenil ha aumentado y las tensiones con Estados Unidos y sus aliados se han agravado.
Si bien la patrulla fronteriza de EE. UU. detuvo a decenas de miles de chinos en la frontera con México el año pasado, muchos de ellos ven al país latinoamericano como su destino final. Muchos migrantes tienen la esperanza de establecer sus propios negocios, aprovechando la cercanía de México con Estados Unidos.
En 2022, el gobierno mexicano otorgó 5,070 permisos de residencia temporal a migrantes chinos, el doble que el año anterior, posicionando a China como el tercer país de origen con más migrantes que reciben este tipo de permisos, después de Estados Unidos y Colombia.
La diáspora china, que ha construido sólidas redes familiares y comerciales en México durante décadas, hace que el país sea atractivo para los recién llegados. Además, la creciente presencia de multinacionales chinas en México, que se instalan para estar más cerca de los mercados americanos, también influye.
“Hace dos años, muchos chinos llegaron aquí y esa gente necesita comer», comenta Duan Fan, propietario de «Nueve y media», un restaurante en la colonia Roma Sur de Ciudad de México que ofrece la picante gastronomía típica de Sichuan. “Por eso abrí este restaurante, para que la gente pueda venir y sentirse como en casa”, explica.
Duan, de 27 años, llegó a México en 2017 para trabajar con su tío, quien dirige una tienda mayorista en Tepito, cerca del centro de la capital. Posteriormente, sus padres se unieron a él.
A diferencia de las generaciones anteriores de inmigrantes chinos, que en su mayoría provenían de la provincia de Guangdong en el sur de China y se asentaron en el norte de México, los recién llegados proceden de diversas regiones del país asiático.
Según el censo de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los migrantes chinos están principalmente concentrados en Ciudad de México. Hace una década, la mayor concentración de chinos se encontraba en Baja California, en la frontera con Estados Unidos.
La llegada de multinacionales chinas ha provocado una afluencia de personas provenientes del este de China, con mayor nivel educativo y experiencia internacional, señala Andrei Guerrero, coordinador del Centro de Estudios China-Baja California.
En la colonia Viaducto-Piedad, ubicada a unos kilómetros del centro histórico de la ciudad, una nueva comunidad china ha florecido desde finales de los años 90. Los migrantes no solo han abierto negocios, sino que han creado espacios comunitarios para actividades religiosas y recreativas.