El húngaro László Krasznahorkai gana el Nobel de Literatura

La Academia Sueca lo distinguió por su lenguaje hipnótico y su visión del mundo en descomposición, donde la esperanza se abre paso a través del arte.

Estocolmo, 9 de octubre de 2025.— El escritor húngaro László Krasznahorkai obtuvo el Premio Nobel de Literatura 2025, un reconocimiento a cuatro décadas de novelas y prosas donde el tiempo se dilata, el lenguaje se vuelve corriente incesante y la historia parece un invierno que no termina. La Academia subrayó la potencia visionaria de su literatura y su forma singular de convertir la desolación en una experiencia estética de rara intensidad.

Un estilo que respira en frases interminables

Krasznahorkai (Gyula, 1954), 71 años, ha edificado una poética de la duración: oraciones larguísimas, párrafos sin respiro, una cadencia que obliga a leer como quien atraviesa un bosque en penumbra. Esa arquitectura verbal —exigente pero envolvente— es la marca de libros que ya son de culto, como Sátántangó (1985), La melancolía de la resistencia (1989) y Guerra y guerra (1999). La prensa internacional lo describe, sin exagerar, como un “maestro del apocalipsis”.

Paisajes de ruina y pequeñas resistencias

En sus novelas, aldeas y ciudades agonizan, el orden social se resquebraja y los personajes avanzan con una mezcla de fatalismo y resistencia: la esperanza es tenue, pero no abdica. Ese impulso espiritual —más ético que religioso— ha sido clave para el jurado, que ve en su obra una respuesta artística frente al caos contemporáneo.

Del libro a la pantalla: la alianza con Béla Tarr

La prosa de Krasznahorkai encontró su espejo fílmico en el director Béla Tarr: Sátántangó (1994) dura más de siete horas; Werckmeister Harmonies (2000) es una elegía en blanco y negro; The Turin Horse (2011) cierra un ciclo con un vendaval metafísico. Las adaptaciones expandieron su audiencia y consolidaron la idea de que su literatura se ve además de leerse: largos planos, silencios tensos, el tiempo como materia.

Tradición centroeuropea, mirada universal

Con este premio, Krasznahorkai se convierte en el segundo autor húngaro en recibir el Nobel de Literatura, después de Imre Kertész (2002). Ambos representan una tradición centroeuropea que dialoga con Kafka, Bernhard o Beckett, pero que en Krasznahorkai suma influencias orientales (China, Japón) y una sensibilidad que transforma la catástrofe en meditación.

Claves de lectura

  • El tiempo: no hay prisa; la frase larga es resistencia contra la simplificación.
  • La comunidad: aldeas y multitudes como organismos en descomposición, donde aún es posible un gesto de dignidad.
  • La voz: narradores que hipnotizan; el lector se vuelve caminante y escucha.
  • El paisaje: llanuras, fábricas, niebla; la intemperie moral se vuelve geografía.

Obra esencial (selección)

  • Sátántangó (1985): coreografía de engaño y espera en una aldea que se deshace.
  • La melancolía de la resistencia (1989): una ballena embalsamada, una feria ambulante y el desorden político como fábula.
  • Guerra y guerra (1999): la obsesión por salvar un manuscrito, como si preservar una historia pudiera redimir al mundo.

Por qué importa este Nobel

En un tiempo que premia lo instantáneo, el galardón celebra la literatura de largo aliento: aquella que exige atención, que no busca complacer sino ensanchar la experiencia de lectura. Para el circuito editorial hispano y anglófono, el premio anticipa nuevas traducciones y reimpresiones, y, para el lector, una invitación: entrar sin miedo a una obra exigente que recompensa con una luz rara, persistente.

Sátántangó

 (1985)

“El barro se abría bajo sus pies como una boca enorme y húmeda, y con cada paso el suelo parecía hundirse un poco más, absorbiendo no solo el peso de los cuerpos sino también de sus pensamientos.

La lluvia había comenzado días atrás y ya nadie recordaba cuándo había dejado de llover por última vez.

El agua corría por los caminos abandonados, llenando las huellas de los caballos, las cunetas, las grietas del cemento; parecía como si la tierra entera se estuviera disolviendo lentamente.

En el aire flotaba un olor dulce y podrido, mezcla de pasto muerto y miseria.

Avanzaban sin rumbo, con la esperanza secreta de que el fin, si es que existía, los encontrara en movimiento.

Porque sabían, con esa certeza que da la desesperanza, que detenerse era ceder, y ceder equivalía a morir un poco más en ese silencio de lodo y humo.”

🌒 

La melancolía de la resistencia

 (1989)

“La ciudad se despertó cubierta por un rumor que no era viento ni mar, sino una vibración interna, como si el aire temblara bajo la presión de algo invisible.

Durante la noche habían llegado los camiones del circo y, con ellos, el rumor de una ballena muerta que todos querían ver.

En las calles, la gente se movía como en trance, con esa lentitud que antecede a los disturbios o a las revelaciones.

Nadie entendía lo que ocurría, pero todos lo sentían: una forma de expectación colectiva, el presentimiento de que el mundo, tal como lo conocían, estaba a punto de desmoronarse.

Y mientras los altavoces del circo repetían una música monótona, las puertas de las casas se abrían una tras otra, como si algo hubiera comenzado a desatarse.

El orden —esa ficción tan útil y frágil— se deshacía con el mismo sigilo con que la oscuridad cede al amanecer.”

🔥 

Guerra y guerra

 (1999)

“Korin comprendió, de golpe, que el sentido de todo aquello no era salvar un manuscrito sino salvarse a sí mismo del olvido.

Había pasado la vida entera persiguiendo la idea de un relato perfecto, un texto que pudiera contener el origen y el fin de todas las cosas, y que lo sobreviviera cuando el mundo se desplomara.

En las noches, mientras el ruido de los trenes pasaba como un animal ciego, escribía con la convicción de quien levanta un muro en medio del incendio.

Sabía que no había esperanza, que ninguna palabra detendría el desastre, pero aun así seguía, palabra tras palabra, como un monje que copia la última Biblia cuando ya no hay fieles ni monasterios.

La escritura era su único refugio, su única forma de oración; y cada línea era una tentativa de retrasar el colapso, de estirar el tiempo, de poner una barrera de signos frente al abismo.”

Relaciones misericordiosas

 (2022)

“Todavía estaba oscuro cuando partimos.

Caminábamos en fila, sin hablar, escuchando únicamente el crujir de las piedras bajo las botas y el jadeo de nuestras propias respiraciones.

Nadie sabía con certeza a dónde íbamos, pero todos fingíamos saberlo, porque en esa ficción residía nuestra última dignidad.

A veces alguno tropezaba, y el sonido seco de la caída nos devolvía a la realidad: el cuerpo seguía siendo frágil, incluso en medio de la resignación.

El horizonte era una línea gris, tan lejana que parecía burlarse de nosotros.

Sin embargo, seguimos avanzando, no por esperanza, sino por costumbre: porque quedarse quieto en medio de la nada era admitir que la nada había vencido.”

🌌 

Destruction and Sorrow Beneath the Heavens

 (2004)

“No hay nada más triste que una estación de autobuses al amanecer, pensó.

Las luces de neón parpadean como si dudaran de su propia función, los cuerpos se amontonan en bancos fríos y las maletas se vuelven metáforas del peso del mundo.

Nadie sonríe; todos esperan algo que nunca llega, el autobús que los llevará a otra ciudad idéntica a esta, a otra espera igual de estéril.

El mundo no se derrumba con un estruendo, sino con el murmullo de esos motores que se alejan lentamente, arrastrando a los vivos hacia un futuro que ya está muerto.”

✒️ 

En sus propias palabras

“El arte no sirve para salvar al mundo, pero sirve para que el mundo no nos destruya por completo.”

“No escribo para ordenar el caos, sino para caminar dentro de él sin perderme.”

“El tiempo es mi enemigo, pero también mi único material.”

“El silencio tiene la gramática más perfecta: no necesita palabras para decirlo todo.”

“Toda esperanza verdadera nace del cansancio.”

“El fin del mundo ya ocurrió; lo que queda es la costumbre de seguir viviendo.”

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