Graciela Iturbide: “Me considero ciudadana del mundo”

Oviedo, España, 24 de octubre de 2025. La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide fue reconocida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, distinción que consagra su trayectoria como una de las miradas más sensibles y universales del arte contemporáneo.

El jurado de la Fundación Princesa de Asturias destacó que su obra “trasciende los límites del documento para alcanzar la poesía visual”, y que “ha retratado la realidad social no solo de México, sino de muchos lugares del mundo, desde una perspectiva que entrelaza la crudeza de lo real con la gracia de una magia espontánea”.

Una mirada poética sobre la realidad

Desde sus primeros años, Iturbide ha concebido la fotografía como una forma de encuentro. Alumna de Manuel Álvarez Bravo, aprendió que el acto de mirar es también un ejercicio ético y una búsqueda espiritual. A través de su lente ha capturado la cotidianidad, los ritos, los silencios y las resistencias de los pueblos indígenas, especialmente en México, pero también en la India, Madagascar, Italia y Estados Unidos.

Su serie Juchitán de las mujeres (1979–1988) se convirtió en un referente internacional: un retrato poderoso de la autonomía y la identidad femenina dentro de una comunidad zapoteca que desafía los roles tradicionales. La obra de Iturbide no solo documenta, sino que interpreta y resignifica. En cada encuadre hay una tensión entre lo sagrado y lo profano, entre la vida y la muerte, entre la pertenencia y el extrañamiento.

El discurso: el arte como interpretación

Durante la ceremonia en el Teatro Campoamor de Oviedo, la fotógrafa ofreció un discurso breve pero profundamente simbólico, donde habló sobre la naturaleza del arte y su propio recorrido vital.

“La fotografía no es la verdad, sino la interpretación de una realidad que el artista aprehende en función de sus conocimientos, sus emociones, sus sueños y su intuición”, dijo ante los reyes de España y un público que la escuchó en silencio absoluto.

Con ironía y modestia, Iturbide reflexionó sobre la paradoja de recibir un premio de tal magnitud:

“¿No resulta paradójico otorgarme el prestigiado Premio Princesa de Asturias de las Artes por una hazaña tan circunscrita? Lo agradezco y me siento muy honrada, pero mis méritos no rebasan estos cuantos centímetros de quimera.”

Sus palabras resonaron por su tono íntimo y por una frase que sintetiza el espíritu de toda su obra:

“Me considero ciudadana del mundo.”

Una declaración que, más que una postura política, es una convicción estética: su mirada ha sabido encontrar belleza y humanidad en cualquier territorio, en cualquier cultura, sin exotismos ni jerarquías.

El reconocimiento a una trayectoria universal

El Premio Princesa de Asturias de las Artes distingue cada año a quienes contribuyen de manera excepcional al patrimonio cultural de la humanidad. En ediciones anteriores lo han recibido artistas como Miquel Barceló, Marina Abramović, Bob Dylan, Michael Haneke y Martin Scorsese.

Con Iturbide, el galardón reconoce a una autora que ha hecho de la cámara una extensión del pensamiento. Sus imágenes —ni solemnes ni complacientes— proponen un diálogo con lo invisible, con el tiempo y con los fantasmas de la identidad.

A sus 83 años, Graciela Iturbide reafirma que la fotografía no es un espejo del mundo, sino un modo de habitarlo. Desde el desierto de Sonora hasta las calles de Calcuta, su trabajo confirma que mirar también es una forma de pertenecer.

“Mirar es un acto de respeto y de amor”, concluyó en su discurso.

Con esa frase, la fotógrafa mexicana cerró una ceremonia que la consagra, una vez más, como una de las grandes artistas del siglo XXI: una creadora que ha hecho de la imagen un idioma sin fronteras, y de la sensibilidad, un territorio compartido.