Un nuevo escándalo envuelve al famoso youtuber MrBeast, después de que cinco concursantes anónimos que participaron en su show de competencia “Beast Games” lo demandaran, acusando condiciones peligrosas durante la filmación.
La demanda, presentada en la Corte Superior de Los Ángeles, revela impactantes detalles sobre lo que sucedió en julio, cuando más de 2,000 participantes fueron convocados a un estadio en Las Vegas para competir por un premio de $5 millones. Los concursantes denuncian que enfrentaron falta de comida, atención médica insuficiente y una desorganización extrema, con algunos terminando hospitalizados. Incluso, acusan a la producción de proporcionar información falsa para obtener créditos fiscales no merecidos.
Uno de los demandantes, identificado como “Concursante 4”, expresó su decepción: «Estaba emocionado de participar en algo grande, pero terminé sintiéndome insignificante, maltratado y traumatizado». Además, confesó haber necesitado tratamiento por ansiedad desde su experiencia en el programa. Otra concursante aseguró que se sintió «avergonzada y degradada» por el trato recibido.
Lo que parecía ser una oportunidad única se convirtió en una pesadilla para muchos, con participantes desmayándose, vomitando y siendo evacuados en camillas. La situación fue tan caótica que varios temieron ser pisoteados en medio de la multitud descontrolada.
A pesar de haber anunciado un total de 1,000 competidores, los participantes descubrieron al llegar que el número real era de 2,000, lo que redujo drásticamente sus posibilidades de ganar. Muchos se sintieron engañados y desilusionados.
Hasta ahora, MrBeast no ha hecho declaraciones, y Amazon MGM Studios, coproductora del programa, tampoco ha respondido a las acusaciones. La imagen del youtuber, conocido por regalar premios extravagantes como dinero, autos e incluso una isla privada, queda en entredicho, mientras miles de seguidores se preguntan si su generosidad es tan auténtica como aparenta.
Este escándalo se suma a las crecientes preocupaciones sobre la seguridad en los programas de competencia de reality, donde la línea entre entretenimiento y explotación parece cada vez más borrosa.
