Estados Unidos realizó una serie de ataques aéreos el viernes en Siria, dirigidos contra campamentos del grupo extremista Estado Islámico (EI). Estos ataques, según el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), buscan impedir que el grupo lleve a cabo futuras operaciones terroristas tanto en la región como a nivel internacional. Aunque no se especificaron las áreas exactas donde se llevaron a cabo los bombardeos, se sabe que las tropas estadounidenses mantienen aproximadamente 900 soldados en el este de Siria, colaborando con las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una coalición liderada por kurdos y respaldada por Estados Unidos, que ha sido clave en la lucha contra EI.
A pesar de la derrota militar del grupo EI, sus células durmientes continúan operando en Irak y Siria, y han intensificado sus ataques en los últimos años, causando múltiples bajas. Los ataques aéreos recientes están diseñados para debilitar la capacidad del grupo extremista de planificar y ejecutar atentados.
En su apogeo en 2014, el grupo EI controlaba un vasto territorio en Irak y Siria, donde estableció un califato e implementó una estricta interpretación del Islam. Sin embargo, el grupo fue derrotado en Irak en 2017 y perdió su último bastión en Siria en 2019. Aun así, los extremistas han mantenido una presencia insurgente a través de células dispersas. Recientemente, las fuerzas estadounidenses e iraquíes eliminaron a un alto comandante de EI, lo que representa un golpe significativo para el grupo.
Los bombardeos no causaron bajas civiles, según las evaluaciones preliminares del ejército estadounidense, que continuará monitoreando los efectos de la operación.
