Desde hace un año, cinco miembros de la oposición venezolana han vivido confinados en la embajada de Argentina en Caracas, temiendo ser arrestados si cruzan sus puertas. Magalli Meda, Pedro Urruchurtu, Omar González, Humberto Villalobos y Claudia Macero encontraron refugio en la sede diplomática el 20 de marzo de 2024, tras ser acusados de conspiración y traición por el gobierno de Nicolás Maduro. Denuncian que son perseguidos por su activismo político y se consideran «rehenes» del régimen.
«El régimen convirtió esta embajada en una prisión», afirma Meda, quien fue jefa de campaña de María Corina Machado. Desde su encierro, recuerda la mañana en la que supo que había una orden de captura en su contra. Dos de sus colegas ya habían sido detenidos, y un video de la aprehensión de Dignora Hernández se viralizó en redes sociales. Temiendo correr la misma suerte, buscaron refugio en la embajada argentina, amparados en convenciones internacionales que garantizan el derecho al asilo.

Sin embargo, su situación se ha deteriorado con el tiempo. Tras la expulsión de los diplomáticos argentinos, Brasil asumió la gestión de la sede, pero el acceso ha sido bloqueado por las autoridades venezolanas. Los opositores permanecen aislados, con acceso restringido a agua y electricidad, mientras que cuerpos de seguridad vigilan la embajada y han tomado viviendas cercanas.
El cerco ha sido condenado por organizaciones de derechos humanos. Carolina Jiménez Sandoval, presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), califica la situación como un «asedio» destinado a quebrar psicológicamente a los refugiados y forzarlos a entregarse.
Las dificultades dentro de la embajada van más allá de la presión política. La falta de agua ha secado el pequeño huerto que intentaron cultivar, y los cortes de energía han dañado sus alimentos. Intentan mantener la moral alta: Macero canta para aliviar el ánimo, mientras Villalobos cocina con los escasos ingredientes disponibles.
La situación de los refugiados se ha vuelto aún más incierta tras las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. Aunque los resultados oficiales dieron la victoria a Maduro, documentos filtrados indican que el opositor Edmundo González obtuvo más votos. La ONU ha iniciado una investigación sobre el proceso electoral, mientras que el gobierno de Argentina, que desconoció los resultados, ha sido incapaz de garantizar la protección de los opositores en su antigua sede diplomática.
Para Meda y sus compañeros, el aislamiento ha significado la pérdida de momentos valiosos con sus familias. Su esposo, Jorge Olavarría, lleva la cuenta de los días sin verla y teme los efectos irreversibles de la separación. Su hija Eugenia, quien vive en España, admira la fortaleza de su madre pero lamenta la falta de acción internacional para sacarla de Venezuela.
A pesar de la incertidumbre, Meda se aferra a la esperanza. «Venezuela será libre», dice, convencida de que algún día volverá a ver el amanecer fuera de los muros que la mantienen prisionera.