Trump y los demócratas: la batalla por jueces y fiscales

En 2017, la Casa Blanca y el Senado protagonizaron una pugna por los nombramientos judiciales que reveló cómo la “cortesía senatorial” dejó de ser un acuerdo institucional para convertirse en un instrumento político.

Washington, DC.– En el primer año de la presidencia de Donald Trump, el Senado de Estados Unidos se convirtió en escenario de una disputa clave: la designación de jueces y fiscales federales. La pugna no giró en torno a la calidad de los candidatos, sino al control político del poder judicial, con consecuencias de largo plazo.

Durante ese proceso, emergió una figura central: la cortesía senatorial, una práctica no escrita que concede a los senadores de un estado la posibilidad de bloquear nominaciones en su territorio. Lo que antes era un mecanismo de respeto institucional se convirtió en un arma partidista.

Trump acelera sus nombramientos

Trump impulsó un plan para nombrar rápidamente a jueces y fiscales de perfil conservador. El objetivo era consolidar una base judicial que respaldara su agenda incluso más allá de su administración.

Los demócratas respondieron aplicando la cortesía senatorial para frenar esos nombramientos. Así, se abrió una confrontación: mientras la Casa Blanca hablaba de eficiencia y gobernabilidad, la oposición defendía el uso de la tradición como freno legítimo.

Ejemplo: un juez designado en 2017 podía seguir resolviendo casos en 2040, influyendo en temas como migración, aborto o comercio.

Grassley y el fin de la cortesía

El republicano Chuck Grassley, entonces presidente del Comité Judicial, declaró que la cortesía no debía usarse como veto político. De esa manera, se limitó el peso de la tradición cuando no favorecía al presidente.

Aunque el discurso hablaba de modernizar el proceso, en los hechos significó abrir paso a la estrategia de Trump: llenar los tribunales de jueces conservadores.

Una práctica usada por ambos partidos

El choque de 2017 no fue exclusivo de Trump. Tanto demócratas como republicanos han utilizado esta tradición cuando les conviene y la han desechado cuando les estorba.

Ejemplo histórico: durante la presidencia de Barack Obama, senadores republicanos bloquearon nominaciones judiciales apelando precisamente a la cortesía senatorial.

Más poder, no mejor justicia

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La discusión no giró en torno a mejorar la eficiencia de los tribunales ni a garantizar mayor imparcialidad en la procuración de justicia. En el fondo, la disputa reflejó el interés de ambas partes por controlar el poder judicial como espacio de influencia política.

El resultado fue que Trump logró nombrar a más de 230 jueces federales y a tres magistrados de la Suprema Corte, un legado que marcará la orientación de la justicia estadounidense por décadas.

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