
Anton Petrov Kulkin: Bioquímico búlgaro que llevó el fentanilo de Mexicali a EE.UU.
Entre los 26 criminales extraditados por México a Estados Unidos este martes, destaca el nombre de Anton Petrov Kulkin, un bioquímico y exmilitar originario de Sofía, Bulgaria, que se autodenominaba “el mejor cocinero” de Latinoamérica en la producción de fentanilo. Su caso revela la creciente internacionalización del narcotráfico y su papel en la crisis de opioides que afecta a Norteamérica.
Detenido en Mexicali, Baja California, en 2018, Kulkin pasó siete años preso en México antes de su entrega a las autoridades estadounidenses. Su historial criminal inició con la instalación de un laboratorio clandestino en un apartamento de la colonia San Marcos, a escasos kilómetros de la frontera con EE.UU. Pese a su tamaño reducido, el laboratorio producía pastillas de fentanilo de calidad “AAA” destinadas al mercado estadounidense.

En el operativo que llevó a su captura, las autoridades incautaron 20 mil píldoras falsas y una prensa para su fabricación. La ubicación estratégica del laboratorio permitía un flujo constante hacia el norte, lo que preocupaba a agencias antidrogas. La investigación también reveló vínculos indirectos con el Cártel de Sinaloa, aunque sin evidencia de una afiliación formal, lo que sugiere que grupos criminales subcontratan especialistas para la producción de drogas sintéticas.

Su arresto, junto a su socio Iván Arredondo-Ramírez, se produjo tras meses de trabajo conjunto entre autoridades mexicanas y estadounidenses. Arredondo intentó sobornar a los agentes, sin éxito. El caso también expuso la diversificación del tráfico de fentanilo hacia métodos de baja escala, como envíos postales, que permiten a organizaciones pequeñas ingresar al negocio sin grandes estructuras.
El impacto de Kulkin se amplía al carfentanilo, una sustancia 100 veces más potente que el fentanilo. Entre 2015 y 2017, su presencia en EE.UU. pasó de cero a más de seis mil casos, con reportes en estados tan distantes como California y New Hampshire. Las autoridades consideran que este tipo de operaciones representan una amenaza creciente que exige nuevas estrategias de control y cooperación internacional.



