
Una corona sin corona: el exceso de poder en 30 disculpas
Imagina por un momento que alguien en el poder —una diputada, digamos— decide que un tuit la ofendió. No porque sea falso, violento o amenazante, sino porque le molestó. Y que un tribunal, en lugar de defender el derecho a la crítica, le da la razón… pero no solo eso: obliga a la autora del tuit a disculparse públicamente. No una vez. No en privado. No con una rectificación. No.
Treinta veces. Treinta días. Treinta videos. Una humillación prolongada por decreto.
Eso no es justicia, es escarmiento oficial.
Un ejercicio de control con ropaje jurídico.
Nuevos sellos de advertencia para resoluciones del Tribunal Electoral
— Karla Estrella (@KarlaMaEstrella) July 18, 2025
Día 6/30 pic.twitter.com/VBWJ1du42w
El caso de Karla María Estrella y Dato Protegido no se trata de violencia política en razón de género. Se trata del uso excesivo del aparato judicial para imponer reverencias donde debería haber debate. La orden del TEPJF de publicar disculpas diarias durante un mes es más cercana a una penitencia medieval que a una medida proporcional.
La presidenta Claudia Sheinbaum hizo una crítica clara y contundente:
“Es un exceso. El poder es humildad, no soberbia.”
Y tiene razón. Cuando incluso la jefa del Estado considera exagerada la decisión del Tribunal, es porque el fallo no solo incomoda: preocupa.
“Es un exceso, el poder es humildad, no es soberbia”
— Juan Becerra Acosta (@juanbaaq) July 18, 2025
Califica la Presidenta @Claudiashein como un exceso sanciones impuestas por el TEPJF a Karla Estrella, luego de determinar violencia contra la diputada del PT Diana Karina Barreras#DatoProtegido pic.twitter.com/eoe1vXVNfo
Lo que presenciamos tiene más de farsa que de justicia.
Dato Protegido no parece pedir una reparación, sino sumisión.
Una coreografía del arrepentimiento diario, como si en cada video Karla debiera repetir:
“yo soy la culpable de haberle nombrado.”
O como la Reina de Corazones en Alicia en el País de las Maravillas, que grita “¡Que le corten la cabeza!” ante cualquier irreverencia.
Aquí no se cortan cabezas, pero se intenta mutilar la palabra.
“Te pido una
— Karla Estrella (@KarlaMaEstrella) July 18, 2025
disculpa, DATO PROTEGIDO, por el mensaje que estuvo cargado de
violencia simbólica, psicológica, por interpósita persona, digital, mediática y análoga, así como de discriminación, basado en
estereotipos de género. Esto perjudicó tus derechos político-
electorales…
La escena es casi absurda: una ciudadana frente a su celular, grabando disculpas diarias para una figura que exige ser nombrada y reparada.
¿Qué sigue? ¿Que le escriba sonetos? ¿Que le cante un aria cada mañana?
¿Que recite el rosario de la culpa en cada red social? ¿Que suba una historia pidiendo perdón entre filtros y hashtags?
Así, el poder que debería dialogar se transforma en liturgia de obediencia.
Y si lo que se exige es devoción diaria, pues bien… aquí va el rezo:
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Que vaya y se incline sin mirarla. Perdónanos.
Que se aleje sin darle la espalda. Perdónanos.
Oh, mi gran señora todopoderosa, omnipresente en mi celular como en mis disculpas. Perdónanos.Cordero de Facebook, que quitas los pecados del mundo: perdónanos.
Arca de la alianza del dato protegido: perdónanos.
Caso insigne de la devoción viral: perdónanos.
Refugio de los pecadores digitales: perdónanos.Hazme un reel para Instagram. Perdónanos.
Un TikTok de reverencia automática. Perdónanos.
Torre de marfil del contenido obediente. Perdónanos.
Pantalla brillante del juicio infinito. Perdónanos.
Deja que nos miren hacia abajo. Perdónanos.
Y también… perdónanos.Dato protegido del mundo, discúlpanos de todo mal, futuro, pasado y presente. Perdónanos.
Dato protegido… perdónanos.
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Aquí le mando a todos los datos protegidos posibles una plegaria virtual.



