En un escalofriante giro en la violencia que afecta a Apatzingán, Michoacán, el crimen organizado ha comenzado a utilizar minas explosivas para desplazar a comunidades enteras, sembrando terror y caos en la región. La situación ha llevado a cientos de familias a abandonar sus hogares en busca de seguridad.
Según informes de las autoridades locales, varios caminos y terrenos en Apatzingán han sido sembrados con minas antipersonales por grupos delictivos que buscan controlar el territorio. Esta táctica, que recuerda a zonas de guerra, ha obligado a los habitantes a huir, dejando atrás sus pertenencias y medios de vida.
Los desplazados han encontrado refugio en albergues improvisados en ciudades cercanas, donde la situación es precaria y la ayuda humanitaria es insuficiente. Las minas no solo representan un peligro mortal para los residentes, sino que también dificultan el acceso de las fuerzas de seguridad y los equipos de emergencia a las zonas afectadas.
Las autoridades estatales y federales han desplegado unidades especializadas para la detección y desactivación de explosivos, en un esfuerzo por limpiar las áreas contaminadas y permitir el regreso seguro de las familias desplazadas. Sin embargo, la tarea es compleja y peligrosa, y se teme que haya más minas escondidas.
El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, condenó el uso de minas por parte del crimen organizado y prometió reforzar la seguridad en la región. «No permitiremos que el miedo y la violencia sigan desplazando a nuestros ciudadanos. Haremos todo lo posible para restablecer la paz y la seguridad en Apatzingán», declaró.
Organizaciones de derechos humanos han solicitado la intervención del gobierno federal y organismos internacionales para atender la crisis humanitaria en la región. Han subrayado la necesidad de brindar asistencia a los desplazados y de implementar estrategias efectivas para combatir a los grupos criminales que operan en Michoacán.
El uso de minas explosivas por parte del crimen organizado en Apatzingán es una alarmante escalada de violencia que subraya la urgente necesidad de soluciones integrales para enfrentar la inseguridad en la región. Mientras tanto, las comunidades afectadas claman por justicia y la restauración de la tranquilidad que les ha sido arrebatada.