Estudios revelan cómo la comida chatarra afecta el cerebro, influyendo en la motivación, el placer y el aprendizaje.
La profesora Ashley Gearhardt de la Universidad de Michigan compara el efecto del azúcar en el cerebro con el de otras drogas adictivas como el alcohol y la nicotina.
El azúcar tiene un fuerte impacto en el sistema de recompensa del cerebro, asociado con la motivación, el placer y el aprendizaje.
La relación entre la comida procesada y la depresión ha sido demostrada en varios estudios, sugiriendo que un alto consumo de alimentos ultraprocesados puede aumentar el riesgo de problemas de sueño, ansiedad y depresión.
Se recomienda reducir el consumo de alimentos ultraprocesados gradualmente para contrarrestar los efectos negativos en el cerebro, siguiendo las recomendaciones de expertos como Jessie Inchauspé, «the glucose goddess», quien sugiere consumir los elementos de una comida en un orden específico para reducir los picos de glucosa e insulina.