Bajo presión de Estados Unidos, el gobierno de México ha optado por mantener a raya a los fabricantes de automóviles chinos al negarse a ofrecerles incentivos, como terrenos públicos de bajo costo o reducciones fiscales, para invertir en la producción de vehículos eléctricos, según tres funcionarios familiarizados con la situación.
La última reunión entre altos funcionarios y un fabricante de automóviles chino tuvo lugar en enero con ejecutivos de BYD, uno de los principales fabricantes de vehículos eléctricos del mundo por ventas. En esta reunión, los funcionarios dejaron claro que no se otorgarían estímulos como en el pasado y que cualquier futura junta con fabricantes de automóviles chinos sería suspendida, según las fuentes que prefirieron mantenerse en el anonimato.
La oficina del presidente Andrés Manuel López Obrador no respondió de inmediato a las solicitudes de comentarios, mientras que la Secretaría de Economía de México, encargada de promover la industria y el comercio, declinó hacer comentarios.
Tanto los ejecutivos de BYD como los funcionarios de la embajada china en México no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios. Un portavoz de la Casa Blanca afirmó que el presidente Joe Biden no permitirá que los fabricantes de automóviles chinos inunden el mercado con vehículos que representen una amenaza para la seguridad nacional.
La intervención estadounidense responde a preocupaciones crecientes en la industria automotriz, sindicatos y círculos políticos en Washington sobre el posible uso de México como una puerta trasera por parte de los fabricantes chinos para vender vehículos eléctricos baratos en Estados Unidos sin pagar los aranceles estadounidenses, actualmente en un 27.5%.
La jefa del USTR, Katherine Tai, ha expresado la necesidad de proteger los vehículos eléctricos de la competencia china subsidiada.
La decisión de México de no otorgar incentivos a los fabricantes de automóviles chinos, a pesar del interés de algunos políticos locales, refleja la delicada situación del país en medio de las tensiones entre Estados Unidos y China, así como su posición en el TMEC, que será revisado en 2026. Los funcionarios mexicanos temen que esta decisión pueda provocar una reacción negativa por parte de Estados Unidos durante la revisión del acuerdo comercial.