A una década de ausencia, evocan la prolífica obra de José Emilio Pacheco
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), rememoran a José Emilio Pacheco este 26 de enero en su 10º aniversario luctuoso. Autor que dedicó su vida a explorar la literatura en todas las vertientes que le fue posible, erigiéndose como bastión incuestionable de las letras mexicanas y de habla hispana.
La labor de José Emilio Pacheco es particularmente recordada en México por su faceta narrativa, de la que forman parte sus dos novelas: Las batallas en el desierto (1981), que ha sido traducida al francés, inglés, alemán, ruso y griego, y Morirás lejos (1967), la cual le valió el Premio Magda Donato en 1968. A éstas se añaden sus relatos cortos antologados en La sangre de Medusa (1990), El viento distante (1963) y, por supuesto, El principio del placer (1972), ganador del Premio Xavier Villaurrutia en 1973. Sus obras dejan claro que, a pesar de su semblante taciturno, Pacheco anhelaba compartir los espacios e ideas que lo atravesaron a él y al México de la posguerra.
A nivel internacional es quizá mejor conocido por su prolífica labor poética; libros como Los elementos de la noche (1963); No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), por el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1969; Desde entonces (1980); Tarde o temprano (1980); Miro la tierra (1986) y El silencio de la Luna (1994) que ganó el Premio Internacional de Poesía José Asunción Silva 1996 de Colombia, recogen sus composiciones y permiten adentrarse en los sentimientos de un autor que domina los versos con la misma maestría que la prosa.
Dicha trayectoria poética fue reconocida con el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2003, el Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2003, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009 y elPremio Internacional Corona de Oro 2013 otorgado por el Festival de Poesía de Struga, Macedonia.
La especialista Edith Negrín, perteneciente al Taller de Teoría y Crítica Literaria Diana Morán e investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), consideró que la voz del Premio Cervantes 2009 “es imprescindible en el siglo XX y, además, fue capaz de expresarse a través de la poesía, el ensayo y la ficción”.
Explicó que “Morirás lejos es una obra innovadora, tanto por el tema, pues fue la primera novela sobre el nazismo en América Latina, como por los recursos, ya que es una obra muy cinematográfica y hace una gran síntesis histórica, con muchas referencias. Si bien ha tenido muy buena crítica y estudios, no es muy conocida por el público. Algo contrario pasa con Las batallas en el desierto, la cual se ha vinculado con la música popular, obras de teatro, películas, es una novela que ha generado una gran recepción”.
Respecto de su obra poética, subrayó que es una poesía que aspira a ser muy total. “Es fácil acceder a ella, pues aborda todos los sentimientos y las etapas de la vida, desde el nacimiento al envejecimiento, el amor, la muerte. Hace poesía sobre el cuerpo, la casa, el país, la naturaleza, el universo”.
La investigadora destacó el constante trabajo, “casi obsesivo”, de José Emilio Pacheco por corregir sus textos. Cada vez que se reeditaban sus obras, el autor cambiaba detalles, desde la puntuación o actualización de ciertos datos para que los lectores pudieran tener referencias más cercanas, hasta llegar a eliminar fragmentos enteros. Esta característica, Edith Negrín la ha calificado como una “poética de la reescritura”. Dijo que este es, justamente, uno de sus temas más importantes, por eso uno de sus poemarios se llama No me preguntes cómo pasa el tiempo, donde registra los cambios en los seres humanos, en las sociedades.
José Emilio Pacheco también mantuvo una constante carrera como colaborador periodístico, la cual lo estableció como parte de la cotidianeidad mexicana; participó en las secciones México en la cultura de la revista Novedades; La cultura en México, de la revista Siempre!; y en el periódico Excélsior, en cuyo suplemento Diorama comenzó a publicar su longeva columna Inventario, que luego sobreviviría en la revista Proceso.
Este compromiso periodístico lo hizo acreedor al Premio Nacional de Periodismo en el rubro de divulgación cultural en 1980. Su huella en la cultura nacional quedó aún más arraigada luego de sus cuatro colaboraciones cinematográficas con el director Arturo Ripstein, junto a quien realizó los guiones para El castillo de la pureza (1972), El Santo Oficio (1973), Foxtrot (1976) y El lugar sin límites (1978); la primera de las cuales los llevó a ser galardonados con el Ariel al mejor Guion Cinematográfico y la Diosa de Plata en 1973.
Además, se desenvolvió en los campos de la traducción, el ensayo y la vida académica. De entre sus traducciones destacan Diario de un niño judío, de David Rubinowicz (1961); Cómo es, de Samuel Beckett (1966); ¡Que viva México!, de S.M. Eisenstein (1964, traducción del guion para la película que el director no pudo filmar); De profundis. Epistola: In Carcere et Vinculis, de Oscar Wilde (1975); Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams (1983), que recibió el Premio a Mejor Traducción de la Asociación de Críticos Teatrales; Cuatro cuartetos de T.S. Elliott (1989) y Alicia para niños, versión del texto de Lewis Carroll (2006).
En 1991 recibió el Premio de Ensayo Literario Malcolm Lowry por trayectoria. Su vida académica tampoco tuvo pausa: fue profesor de cursos en las universidades de Essex, British Columbia, Nueva York, Toronto, Illinois, Ohio, Austin, la Universidad Menéndez Pelayo, Berkeley, Maryland, donde fue titular, la Universidad Complutense, obtuvo su primer doctorado honoris causa en 1979 de parte de la Universidad de Sinaloa y fue miembro del Colegio Nacional desde 1985.
Acumuló múltiples premios por su nutrida carrera: Premio Mazatlán de Literatura 1999, el Iberoamericano de Letras José Donoso 2001 de la Universidad de Talca en Chile, doctor honoris causa por la Universidad Veracruzana en 2002, Premio San Luis al Mérito Literario 2008, la Medalla de Oro de Bellas Artes en 2009, el doctor honoris causa por la UNAM en 2010, culminando con el Premio Cervantes de Literatura, mayor presea de las letras hispanoamericanas, en 2009.
José Emilio Pacheco falleció el 26 de enero de 2014.